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Denuncias falsas como método de obstrucción de la relación paterno-filial

Ponencia del día 27 de noviembre de 2000 en el Seminario :

Lugar: Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Autora :Lic. Susana Pedrosa de Álvarez.

 En un estudio de materiales extraídos de causas judiciales relacionadas con Abuso sexual ( informes psicodiagnósticos, testimonios periciales, etc.), solo el 10 % de los denunciantes presentaba trastornos de personalidad o trastornos mentales significativos.  

Esto es, en el análisis de las 43 causas judiciales de este tipo, en el contexto de los litigios por régimen de visitas y/o tenencias, solo un pequeño grupo de denunciantes exhibió trastornos codificables según el Manual Diagnóstico de los Trastornos mentales. 

Acá llegamos a resultados coincidentes con el estudio de la Lic. Albarracín, que tiene cifras parecidas.

 ¿Cuáles son los mecanismos que intervienen en las denuncias falsas o erróneas de abuso sexual en el contexto de los litigios post-divorcio? ¿Pueden ser un efecto de la patología de personas trastornadas, enfermas mentales o intervienen mecanismos más complicados ? 

Si bien la primer impresión que nos causa el enfrentarnos ante un denunciante de este tipo, es pensar que si no estuviera seguro, no acudiría a los Tribunales o iniciaría largos y costosos procedimientos judiciales, ni sometería de mala fe, a sus hijos a tratamientos para “ niños abusados”, la realidad se nos presenta de forma mucho más compleja .

 La ACADEMIA AMERICANA DE PSIQUIATRIA INFANTIL Y ADOLESCENCIA, tomando los desarrollos de Bernett, Gardner y otros ha explicado que en el contexto de este tipo de litigios suelen intervenir intrincados mecanismos que muchas veces se superponen de manera que, en un mismo caso se puede encontrar la relación dinámica entre varios de ellos: 

 Por ejemplo, una denuncia puede comenzar por la mala interpretación de un comportamiento no sexual del progenitor no conviviente para con el hijo, por ejemplo, entre estas 43 causas, encontramos que manifestaciones afectuosas normales, son vistas por el denunciante como perversas o “erotizadas”.

 O que el inicio de relaciones formales con una mujer mucho menor que el denunciado, produce en la ex – cónyuge el juicio descalificador “ es un degenerado” y la sensación de que la hija también podría ser seducida como lo ha sido la mujer joven.

  Es decir, intervienen las fantasías no concientes de los denunciantes y sus conflictos no resueltos que se proyectan en el denunciado, quien es visto, como el que podría dañar o haber dañado, con su sexualidad al hijo.

  Otro ejemplo es el caso de una madre que consulta a un centro de Violencia “ porque el padre es demasiado cariñoso” o en otro caso, porque en misa el padre al sostener a su hijita de tres años en brazos la tomaba por “las nalgas” . 

Esta mala interpretación puede ser comunicada al niño, entonces tenemos otro de los mecanismo que intervienen en las denuncias erróneas: la sugestión parental.

  Se trata de los casos que bien ha señalado la Lic. Albarracín, cuando entrevistamos a los niños, en un inicio ellos no le atribuyen a las acciones del supuesto ofensor sexual el sentido perverso de los denunciantes, pero luego de un proceso insidioso de adoctrinamiento, a veces, pueden repetir lo que les dice el adulto denunciante o aún convencerse y formarse lo que Bernett llamó “falsa creencia” o Loftus un “falso recuerdo” de abuso sexual. 

 En estos mecanismos, el adulto denunciante actúa de “buena fe” y cree que su interpretación es verdadera y produce el mismo convencimiento en el niño. 

Otros mecanismos involucran intentos más o menos conscientes de parte del denunciante para perjudicar al progenitor no conviviente, aunque este tipo de fabricaciones son relativamente raras.

  Entre éstas, por ejemplo, en el estudio de casos ya mencionado, dos denunciantes mintieron a los evaluadores de un centro de Violencia: Uno expresó que la niña había regresado con manchas de sangre en su ropa y que el examen médico había demostrado el abuso.

  En otro caso, la madre informa al psicólogo que la niña hace unos meses se quejaba de dolor anal pero no le informa que la menor había sometida a una intervención quirúrgica por un quiste rectal. (hecho que omite en la anamnesis).

  Por otra parte, la mala práctica de no entrevistar al padre y de no corroborar los datos del denunciante, contribuyen a que los profesionales incurran en diagnósticos erróneos y que “validen el abuso” solamente basándose en la personal perspectiva del denunciante y pasando por alto que se trata de un litigante con intereses patrimoniales y enemistades.

 Richard Gardner es titular de la Cátedra de Clínica de Niños en la Universidad de Columbia, especializado en el tratamiento y en los aspectos psico-forenses de los litigios por Régimen de Visitas y tenencia.

  Uno de los desarrollos más interesantes del autor se relaciona con el estudio de la casuística de este tipo de denuncias y a él le llamó la atención lo mismo que a cualquier persona que se encuentra con este tipo de denuncias: si los estudios médicos, o psicológicos o aún la lógica elemental indican que el abuso sexual no ha ocurrido, la primer reacción de este tipo de denunciantes es la ira, la explosión emocional, el descrédito y al furia.

 Gardner, se preguntó porqué este tipo de denunciantes, lejos de sentir alivio o tranquilidad, ante la más mínima posibilidad de que no existiera el abuso sexual, se desequilibran emocionalmente.

 Si hacemos memoria, la observación de Gardner, la sostuvo mucho antes, el maestro Bonnet, ante un caso en el cual al madre afirmaba que un vecino había violado a sus hijas, “ al notificar el resultado del estudio  médico que mostraba que las niñas no habían sido violadas ” ésta- contrariamente a lo que es casi una norma en estos casos- “ explicaba Bonnet – “ en vez de mostrarse satisfecha y aliviada por aquél, nos manifestó que estábamos equivocados y que se presentarían en queja al juez reclamando un nuevo análisis por otros médicos. 

El magistrado dio lugar a lo peticionado y el reconocimiento ratificó totalmente lo que nosotros habíamos observado…”[1]

 La instrucción terminó por descubrir que la mujer, instruyó a las pequeñas hijas para que llevaran a cabo el relato del abuso. 

¿Qué impulsa a los denunciantes a mantener denuncias a veces temerarias? ¿Es la maldad que señaló Turkat en el Síndrome de la Madre Maliciosa en el Divorcio y su único propósito es la destrucción del excónyuge? ¿Los denunciantes son en su mayoría personas enfermas mentalmente?¿ Qué pasa en su realidad psíquica?

 Confieso que estas cuestiones deben ser el enigma de cualquier abogado , Juez, Asesor de Menores y que también resultan enigmas para nosotros los psicólogos y seguramente lo serán para Uds. en el futuro.

 La Psicología no tiene una respuesta única ni válida para estos dilemas.

 Desde mi punto de vista, me parece útil integrar algunos conceptos que proceden de espacios de reflexión tan diferentes como son el psicoanálisis y el campo sistémico.

 Freud ha explicado en su Obra “ Psicología de las Masas” que el enamoramiento es un estado de locura “normal”: cuando nos enamoramos el juicio crítico se empobrece y tendemos a ver al objeto amado como Perfecto, lo Mejor y no vemos sus defectos. 

Es decir, que el juicio de realidad no funciona con relación al objeto amado. El amado o la amada es perfecta-o, tiene cualidades que nosotros proyectamos en él o ella, que creamos o que magnificamos.

 Correlativamente, en el proceso de disolución muy conflictivo de las parejas , asistimos a un fenómeno similar pero de sentido inverso: el objeto antes amado, idealizado, ahora se torna lo peor, el más indigno, el más despreciable. Y creo , personalmente , que este proceso tiene un papel muy importante en este tipo de denuncias que se basan , en su mayor parte, en el mecanismo de mal interpretar o interpretar perversamente acciones o dichos del ex cónyuge.  

Este tema lo retomaremos luego, porque, considero que antes será útil compartir algunas experiencias de Johnston basadas en su trabajo clínico en un abordaje de estos casos que es prácticamente idéntico al que practica la Lic. Albarracín .

 En su Libro llamado “En el nombre del Niño”[2] que recoge la experiencia de la autora en el Centro Judith Wallerstein de la Corte Madera, y de Palo Alto de California ,explica Janet Johnshon que en los casos de divorcio destructivo, los litigios aumentan el stress de la familia y que entran a jugar aspectos que en personalidades vulnerables (pero no patológicas) pueden desencadenar denuncias erróneas o falsas de abuso sexual 

Pensemos un poco lo angustiante que resulta para una persona que está pasando por el duelo de un divorcio, enfrentarse a un hecho que le plantea el sistema legal: tiene que ser el mejor de los dos progenitores para poder detentar la tenencia.  

Por otra parte, cualquier equivocación suya será magnificada por el abogado de la otra parte o, quizás sea el propio abogado si es inescrupuloso quien lo aliente a exagerar los defectos del excónyuge o incluso a mentir.

 ¿Y aún más, que sucederá si es el propio sistema judicial el que ante cualquier mentira o exageración, temor infundado o sospecha los tome inmediatamente como válidos y proteja al niño de peligros quizás no existentes? 

 ¿Qué resultará de la acción de profesionales de la salud que adopten la misma posición y que persuadan al denunciante de que los temores del abuso sexual corresponden a hechos reales en todos los casos y que “ser una buena madre” es cuidar al hijo del peligro de la sexualidad masculina? 

Es posible pensar que el contexto ofrecerá al denunciante un espacio adecuado para canalizar y expandir sus conflictos, resentimientos , etc. contra el excónyuge.  

Paralelamente, la denuncia hace que el  sistema lo ubique en el lugar de “ser el mejor “ progenitor mientras que al otro lo pone en el lugar del excluido . 

 En este proceso, lamentablemente , pueden contribuir algunas prácticas de los profesionales. Veamos un ejemplo, que resultó muy común en el estudio de casos ya citado.

 Muchas de las denuncias se originaron porque los niños presentaban “conductas sexualizadas” o enuresis o encopresis .Aunque en la mayoría de los casos no eran las más típicamente relacionadas con abuso sexual y pese a que la bibliografía actualizada alerta a los psicólogos  para que no hagan una relación causal entre abuso sexual y masturbación infantil o juegos de auto-exploración, un grupo muy grande de profesionales comunicó la sospecha de abuso sexual al padre conviviente. Generando un contexto de preguntas muy sugestivo para los niños, la sospecha materna, procedimiento de interrogatorios sugestivos, etc, 

Coincidentemente, Johston también encontró que en las familias que atraviesan divorcios conflictivos, los menores exhibían algunos comportamientos ligados a la masturbación ,que obedecía a causas muy distintas a la del abuso sexual .

 Estos niños, mostraban así, patológicamente, que el proceso de individuación, es decir de separación del padre conviviente no podía llevarse a cabo por la obstrucción de la función del otro padre, generalmente el padre varón. 

 Los niños de esta manera, a través del tocamiento de sus propios genitales ejercían sobre ellos un poder sobre sus cuerpos, el poder de recibir un placer que no dependía únicamente del padre conviviente, y que escapaba a su poder de control, que dependía de ellos mismos. Era una forma de reafirmar su autonomía y un mecanismo compensatorio del stress que sufrían por la pérdida de uno de los padres.

 También, como Freud, según mi interpretación, la autora destaca el papel de la proyección de todo lo malo , en el excónyuge, el otrora “ objeto amado” pero como una forma de autovalorización: si el otro es malo, deficiente, mal padre o mejor, un padre horrible, tremendo, Violador, en comparación, mis fallas o defectos son menos importantes y por lo tanto, puedo sentirme menos ansioso y proyectar la causa de los síntomas o del malestar del hijo en el afuera. 

 Esta parecería ser una de las fantasías inconscientes de estos denunciantes .

  Es decir, el estudio de Johnston nos muestra que una persona no tiene que tener trastornos mentales significativos para desencadenar una denuncia falsa o errónea, más bien que puede actuar con normalidad en todos los ámbitos de su vida, no presentar rasgos patológicos, pero que su juicio de realidad se afecta en relación a cómo percibe al excónyuge, al punto de distorsionar gravemente el significado  de sus acciones y a interpretarlas subjetivamente.  

Lo que es más, a provocar concientemente o intencionalmente la sugestión del niño que empieza a incorporar las interpretaciones del padre dominante en un proceso patológico porque implica renunciar a la realidad, a como percibe a los demás , lo que empobrecerá también su vida psíquica.

 El Dr. Cárdenas se ha referido a la “versión canónica” y al modelo de “validación”, que está basado en premisas sin validez científica, por ejemplo sostener la relación unicausal entre abuso sexual y comportamientos sexuales infantiles o encopresis o enuresis como “ indicador de abuso”.  Los conceptos del Dr. Cárdenas tienen una claridad lo suficientemente paradigmática como para que yo no pueda añadirles nada significativo. 

El análisis agudo del Dr. Cárdenas lo ha llevado a otro de los puntos claves de las falsas denuncias o denuncias erróneas: la participación de los profesionales de la salud.

  Ya que el marco teórico dominante, basado en conceptos erróneos lleva a considerar cualquier sospecha de abuso infundada como un hecho cierto, con el consiguiente peligro para las garantías individuales y para la salud mental de los niños que son involucrados en prácticas para las cuales no tienen capacidad de consentir. 

Por esto , creo que es muy ilustrativa la conclusión de la ASOCIACION AMERICANA DE PSICOLOGOS, en un libro que resulta muy sugestivo “ Qué pueden y deben decir los testigos expertos en los casos de Abuso sexual infantil”  .

  Y lo que debemos decir e informar los peritos en todas nuestras intervenciones es lo siguiente que deseo leer en forma textual:

 “….Sobre los límites de los juicios de los psicólogos en los casos de abuso sexual infantil, me referiré en el próximo encuentro del día 4 de diciembre”, copiando el título antes mencionado “qué podemos y que debemos decir los peritos en las evaluaciones sobre abuso sexual infantil” , especialmente me centraré en el deber de informar sobre los límites de la pericia.

Les agradezco mucho su presencia.



[1] Bonnet.Libro IX. Personalidades Anormales no Patológicas.. p.579

[2] “ In the name of the Child” A developmental aproach to understanding and helping children of conflicted and violent divorce. 1997, The free press .

 

APADESHI